sábado, 12 de febrero de 2011

Ley de vida.

Todos hemos tenido miedo a algo, siempre, desde pequeños. A cualquier cosa. Mientras te vas haciendo mayor, te das cuenta de que el monstruo del armario no existe, y ya tienes una complicación menos. También te das cuenta no todas las películas de miedo son ciertas, salvo las que son basadas en hechos reales. Llegas a un momento en el que ves que no tienes problemas, pero justo en ese instante se complica todo. Aparece el primer niño con el que sientes mariposas aleteando dentro de ti. Aparecen las amigas falsas que rajan a tus espaldas, aparecen los problemas con tus padres, aparecen las malas notas, aparecen los problemas. Todo se complica, no entiendes nada, ¿por qué todo de repente? Entonces te prometes que no vas a volver a caer, pero lo haces. No es solo una vez, es siempre. Te prometes a ti misma no escuchar lo que digan a tus espaldas, te prometes a ti misma estudiar más, te prometes a ti misma no llorar todos los días y sentirte inútil. Pero lo hago, es inevitable. La has cagado, pero ¿en qué exactamente? En todo. Sientes demasiadas miradas al rededor tuya, te pones roja, no sabes como actuar, no sabes qué hacer. Intentas tranquilizarte ati misma con un, tranquila, sé tú misma. Y poco a poco lo vas haciendo.
La gente es muy falsa, te entran puñaladas por donde te lo esperas y por donde no. Es entonces cuando intentas cambiar, para que no pase esto, pero es entonces cuando te das cuenta de que hay más gente que te quiere que la que no te quiere y decides no cambiar. Decides mandar a la mierda, de donde han venido, a toda esa gente que te ha molestado. Fuck the rest.

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